domingo, 24 de abril de 2011

El movimiento se ha escurrido de tus renglones, el tic de la pierna empieza a aparecer, tus manos sudan y no puedes evitar llevarte la mano a la nuca. Disimulas. Te colocas el pelo, y un espasmo nace del fondo del esternón y te sacude hasta las cejas.
Ahora que se te ha pasado por la cabeza darte a la bebida o abandonarte a alguna droga de consumo legal para dejar que hable tu lengua y tu instinto y tus entrañas, dejando fuera de juego al pensamiento racional. 
Ahora parece que te has quedado sin habla.
 Lanzas dos miradas buscando complicidad, pero nadie logra alcanzar que estas a punto de inmolarte.
Entonces sus ojos se clavan en ti y tú quieres escupirle un trozo de corazón a la cara -¡Idiota! ¿cómo puedes no darte cuenta?-
 Y ya dejas de pensar, te tiene sujeta de la cadera, rogarías porque no te soltara jamás…¿pero cuánto durará? ¿dos besos? quizá también un "qué tal".

Se aleja y finges, finges que tienes ojos para cada hombre alrededor, finges que no te sabes de memoria sus manías y que no te acuerdas de él.

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